Hospital Cima lucra con seguros
tomado de El Código Periodismo
1 de marzo a la 1:46 ·
Esta es la historia de Octavio Vizcaíno Miranda, un hombre bueno, empresario ejemplar dedicado a la comercialización agrícola y, al que mataron sin piedad en dicho lugar, tras haber vaciado su cuenta bancaria
y, llenar de dolor a su familia.
Muchas, infinitas historias causadas por la mezquindad y afán de lucro, encierran las paredes del hospital Cima; claro, siempre y cuando el paciente tenga gastos médicos mayores y ¡más aún!, si éstos son en dólares.
Esta es la historia de Octavio Vizcaíno Miranda, un hombre bueno, empresario ejemplar dedicado a la comercialización agrícola y, al que mataron sin piedad en dicho lugar, tras haber vaciado su cuenta bancaria y, llenar de dolor a su familia.
Una familia que pensó demandar penalmente a los carniceros vestidos de blanco, pero frenaron su intento por el temor a un poderoso gobernador de entonces y, deducir que bajo su sombra y protección era imposible proceder contra Ricardo Mazón Lizárraga, dueño del hospital Cima.
Esta es la historia, relatada por quien fuera amigo de Octavio Vizcaíno Miranda y, a quien aún hace rabiar la desgracia iniciada allá por el año 2002: “mi amigo –Octavio—sintió un pequeño malestar y, eran tiempos en que iniciaba sus labores el hospital Cima; no tenían clientes y menos aún como los que pretendían , con suficiente dinero”.
Por lo anterior, recuerda, dicho hospital lanzó una campaña publicitaria ofreciendo un examen de corazón y arterias por la mínima cantidad, siempre y cuando tuvieran tarjeta de gastos médicos mayores “y mi amigo no solo la tenía, sino además en dólares y sin límite”.
El tropel de recuerdos continúa: “llegó –Octavio Vizcaíno—a comentarle a su brazo derecho y a algunos amigos agricultores, que a ver si no le salían con que tenía alguna enfermedad y a la mejor salía del hospital con las piernas por delante, como así fue por desgracia”.
La premonición del agricultor resultó cierta: ingresó al citado hospital y, lo mantuvieron ahí, cerca de dos meses, argumentando infarto al miocardio; permitiendo a sus familiares verlo durante los primeros días.
Luego vendría el horror: jamás volverían a verlo, a platicar con él, solo al través de una ventanilla, con el pretexto médico, de que el contacto con una bacteria por parte de Octavio Vizcaíno, podría acarrearle un desenlace fatal.
La versión del declarante que vivió de cerca esta historia, produce calosfríos y, hace pensar en una película de horror: “la verdad es y fue que Octavio –Vizcaíno –tenía varios días muertos; lo sacaban de la congeladora cada vez que sus familiares iban a verlo; incluso ya la habían cortado una pierna , luego la otra, sin que sus familiares supieran de esta canallada”.
Todo por una razón: el seguro de gastos médicos mayores era demasiado abultado “y Ricardo –Mazón—demasiado ambicioso; hasta que la familia pidió ver el cuerpo de Octavio, mismo que presentaba rigor mortis de bastante días”.
“En un principio, su familia, sus hermanos, pensaron en demandar, pero la viuda dialogó con sus hijos y, tomaron la decisión de no hacerlo, porque la imagen de Ricardo Mazón pesaba y muy fuerte; era amigo del entonces gobernador del estado y, para evitar represalias –la familia de Octavio—se vieron en la necesidad de callar este caso abominable”, continúa el narrador ante el reportero.
Sigue: “un caso abominable de codicia y ambición por y para el dinero; anteponen el interés económico a la salud y, este es tan solo uno de muchas infamias ahí cometidas por estos mercaderes”.
“La verdad es y fue”
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